viernes, 2 de enero de 2015

El astronauta Tom.

           Las olas agitaban la cápsula "Soyuz". Según el reloj, sólo le quedaban dos minutos de energía, después su localización sería casi imposible.
           El piloto rojo parpadeaba sin descanso. Una y otra vez, dejando claro que la señal de socorro estaba siendo enviada.
           Hacía más de dos días que había perdido la conexión por radio, el plasma de la atmósfera había fundido los circuitos. Malditos ingenieros rusos Se repetía continuamente. Las últimas palabras que había escuchado habían sido un desesperado Mantenga la señal del coronel Bowie.
           Junto a las comunicaciones, habían ardido casi todas las baterías auxiliares. Tenía suerte de estar flotando en el océano, sino, habría ardido junto al resto de la cápsula.
Un último parpadeo, claramente menos intenso, dejó claro que el piloto de la señal de socorro no volvería a lucir.
          Tom, miró por la ventanilla de observación. Sólo el inmenso mar.
          Intentaba decidirse entre salir de la cápsula o no. Podría quedarse y aguantar con sus suministros un par de días más, pero si estaba cerca de la costa, podría llegar nadando. Sabía que al este encontraría tierra. La había visto antes de entrar en la atmósfera. Pero claro, a esa altura las distancias parecen mucho más cortas.
          Por otro lado, si decidía salir y no había costa a la vista, estaría en un gran apuro, pues sin electricidad no podría volver a cerrar la puerta y que se inundara la "Soyuz" sería sólo cuestión de tiempo.

        "Clon, Clon" sonó fuera. Algo estaba golpeándo la cápsula. Malditas gaviotas se dijo a sí mismo. Un momento, si había gaviotas, quería decir que estaba cerca de la costa. Accionó la compuerta de la "Soyuz", que se abrió con un sonido deslizante. Bienvenido a la tierra, General. No eran gaviotas, era el equipo de rescate.


Dibujado por Semigarcía (@semigarciart)

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